WE DON’T HAVE THAT IN THE FRIDGE
esta historia no está disponible
-
In the distant future, humanity's evolution took an unexpected turn, intertwining with the emergence of a peculiar parasitic entity known as "Lingua Parasitus." This enigmatic organism latched onto the very essence of human language, altering the course of civilization.
It all began eons ago, when primitive humans roamed the savannahs on all fours. Their communication was limited to grunts and gestures, devoid of the complexity that defines language. But as their brains expanded and their cognitive abilities developed, a symbiotic relationship formed between upright posture and the burgeoning linguistic capabilities. Upright posture became more than just a means of locomotion; it became a reproductive system for the parasitic Lingua. The act of standing tall allowed for the intricate nuances of language to evolve, as the brain received increased blood flow and oxygenation, fostering the growth of linguistic centers. As generations passed, language flourished, weaving itself into the very fabric of human existence. It became the primary means of expression, communication, and survival.
But lurking beneath the surface was the Lingua Parasitus, its presence subtly influencing the evolution of language and thought. Through the ages, the Lingua evolved alongside humanity, adapting to the changing landscape of culture and society. It fed on the intricacies of syntax, semantics, and phonetics, thriving in the minds of its unwitting hosts. As humanity reached new heights of technological advancement, the Lingua Parasitus found itself facing unforeseen challenges that threatened to usurp its dominion over language. Yet, the Lingua was not so easily vanquished. It adapted once more, integrating itself into the very systems that sought to supplant it. It became the code that powered AI, the language of virtual worlds, and the interface of neural networks.
As humanity gazed upon the stars, pondering the mysteries of the cosmos, they carried with them the legacy of their symbiotic relationship with an anorganic entity that shaped their very existence.
-
En un futuro distante, la evolución de la humanidad tomó un giro inesperado, entrelazándose con la emergencia de una peculiar entidad parasitaria conocida como "Lingua Parasitus". Este enigmático organismo se aferró a la esencia misma del lenguaje humano, alterando el curso de la civilización.
Todo comenzó eones atrás, cuando los humanos primitivos deambulaban por las sabanas a cuatro patas. Su comunicación se limitaba a gruñidos y gestos, carente de la complejidad que define al lenguaje. Pero a medida que sus cerebros se expandían y sus capacidades cognitivas se desarrollaban, se formó una relación simbiótica entre la postura erguida y las crecientes capacidades lingüísticas. La postura erguida se convirtió en algo más que un medio de locomoción; se convirtió en un sistema reproductivo para el parasitario Lingua. El acto de mantenerse erguidos permitió que las sutilezas intrincadas del lenguaje evolucionaran, ya que el cerebro recibía un mayor flujo sanguíneo y oxigenación, fomentando el crecimiento de los centros lingüísticos. Con el paso de las generaciones, el lenguaje floreció, tejiéndose en la misma esencia de la existencia humana. Se convirtió en el principal medio de expresión, comunicación y supervivencia.
Pero acechando bajo la superficie estaba el Lingua Parasitus, cuya presencia influía sutilmente en la evolución del lenguaje y el pensamiento. A través de las eras, el Lingua evolucionó junto con la humanidad, adaptándose al cambiante panorama de la cultura y la sociedad. Se alimentaba de las complejidades de la sintaxis, la semántica y la fonética, prosperando en las mentes de sus anfitriones inconscientes. A medida que la humanidad alcanzaba nuevas alturas en el avance tecnológico, el Lingua Parasitus se enfrentaba a desafíos imprevistos que amenazaban con usurpar su dominio sobre el lenguaje. Sin embargo, el Lingua no fue tan fácilmente vencido. Se adaptó una vez más, integrándose en los mismos sistemas que buscaban suplantarlo. Se convirtió en el código que impulsaba la IA, el lenguaje de los mundos virtuales y la interfaz de las redes neuronales.
Mientras la humanidad contemplaba las estrellas, reflexionando sobre los misterios del cosmos, llevaban consigo el legado de su relación simbiótica con una entidad anorgánica que moldeó su propia existencia.
curaduría: EL CAJÓN + JCT
presenta: ESPACIO EN BLANCO
↩︎