¿Alguien por favor quiere pensar en los niños?
un libro de historia colombiana de
︎ Sergio Marcelo Román G.
ᴛéᴄɴɪᴄᴀ: riso 4 tintas
ᴅɪᴍᴇɴsɪᴏɴᴇs: 21 x 13 x 03 ᴄᴍ
ᴘáɢɪɴᴀs: 300 bond 115grs.
ed. 100u.
Hay gente que lee libros: hay que desconfiar de esas personas. Hay quienes los queman: sin duda, gente sin oficio y sin problemas propios. Hay quienes los rayan: para la muestra el joven Román, inmaduro. Y hay quienes entendemos el sentido último, profundo y sagrado de estos objetos: decorar nuestras estanterías e incrementar nuestras posibilidades de apareamiento, pues después de que se volviera meme la desafortunada frase esa del pervertido director de cine John Waters, ya nadie quiere pichar con esos que no tienen libros en casa. A mí, la verdad, me tiene sin cuidado que el joven Román haya llenado de mamarrachos —propios de la fase anal, de la fase oral y de esa otra que no recuerdo ya cuál es— un hermoso libro viejo llamado El país del Delfín Verde, escrito por alguien llamado Elizabeth Gouge. Parece como un libro de aventuras para jovencitas de buena familia, así que paso de eso, pero, en todo caso, me duele el acto vandálico de Sergio Román, pues El país del Delfín Verde tiene una cualidad única: mide 20 x 15 cms y tiene casi 700 páginas (es un libro gordo), justo como el hueco que necesito llenar en mi anaquel para que mis probabilidades de ligar y de follar se disparen hasta el cielo. Estoy seguro de que lo que sea que muestre como resultado de su vandalismo el muchachito acá no va a tener el mismo tamaño que el original del delfín verde y me va a quitar los pocos chances que tengo de llegar a reproducirme.
¿Y para qué? ¿Para qué hizo todo eso? Aparte, claro está, de mantenerme a las malas célibe y sin prole. Y es que, aquí no acaba todo: en su pieza artística, este prospecto de desadaptado no solo dañó este bello libro de 20 x 15, no. El joven aquí dañó otros libros, revistas, cosas que arrancó y pegó, ¿para qué? Para burlarse del Papa, como si el Papa no fuera ya y con creces su propia burla. Para escribir chichí y popó en no sé cuántas páginas, en un rosadito maricón, como todos los rosados y como toda la juventud actual que se pinta las uñas y el pelo de esos colores. ¿Qué falta hacía volver marica al pobre delfín verde? ¿Qué culpa tenía el pobre delfín? Y si ya era marica de antes, pues peor, que no es divertido que anden ventilando esas cosas de la gente y de los delfines que se quieren quedar en el closet, o en las profundidades marinas, donde cada quién puede hacer de su ojete un candelabro si le place, pero con discreción. Solo le faltó escribir “delfine” en vez de delfín, porque así son y estoy seguro de que no le habría temblado la mano si se le hubiera ocurrido.
Y vea, la cosa sigue: que los narcos, que los políticos, que las fuerzas militares, que la farándula criolla, que el dictador norcoreano, que la preciosa revista La Atalaya, todo, todito garrapiñado, todo recortado con tijeras que se nota que son de punta roma porque no hay manera de hacer esos cortes así de chambones con algo que tuviera punta y filo. ¿Mucha risa, Sergio? ¿Se siente orgulloso? Tantos jajajás por todo lado, cuánta incredulidad ante todo, como si no hubiera acaso ya esperanza, pero peor, como si el apocalípsis no nos fuera a llegar con llamas y gritos sino con risas pregrabadas y pegotes humorísticos.
En mis 47 años de vida no me van a meter los dedos en la boca otra vez (en parte porque ya no voy a levantar nada con ese hueco de 20 x 15 en mi biblioteca), pero sépalo, Sergio, que yo sé que usted también hizo lo que hizo porque quiere culiar. Yo conozco a esas juventudes así como usted, que se seducen a punta de memes, de ridiculeces, de decir caca, culo, pedo, pis. Sexo excrementicio, claro está, como dijo ese honorable congresista que durmió durante décadas en su poltrona del congreso. El caso es ese: yo ya estoy cansado de que todos culién y yo ya ni los miro. Lo peor de todo es que Román va a triunfar, va la madre si no, ya vi su libro puesto encima de todas las mesas de sala, ya vi a Julio Sánchez Cristo escandalizándose con picardía, ya vi a Sergio firmando copias en esas librerías de gafapastas con una fila de cuadras de adolescentes que no se tomaron la pepa el viernes para ahorrar y hacer la vaca para la publicación. Porque cómo no querría ese libro toda la gente de hoy, esos que tienen la biblioteca en el ipad, o esos que se leen todo y que luego regalan los libros o los dejan en una banca de parque para que otros los lean. Gente sospechosa esa. Incluso si se los quedan, yo sé lo que pasará, que van a culiar sin necesitar del libro, pero después de culiar se lo van a mostrar a su ligue, arrunchades en la cama fumando mariguana y siendo puro jajajajajajajajajajajajajajajajajajajá. Los veo riéndose por todo, como si ya el mundo se hubiera acabado y no quedara más que tomar cocteles de chichí frappé bajo el sol cancerígeno de este país en el que hasta a los delfines les toca hacerse los maricas para no morir de tristeza.
Víctor Albarracín Llanos
Cali, noviembre, 2021
Cali, noviembre, 2021
Este es el primer proyecto de curaduría independiente auto-gestionado por el @elcajonedit y es una propuesta expositiva de Sergio Marcelo Román García, se llevó a cabo de manera temporal a lo largo de una semana en la Calle 48 # 6 – 14. La entrada fue libre y las puertas estuvieron abiertas al público desde las 6:00 pm hasta las 10:00 pm.
Sergio Marcelo Román García:
︎ ʋιԃɾισ ɾσƚσ
5. peso & contrapeso
➂ Adelaida
✳ cóᴍᴏ ᴘᴏɴᴇʀ ᴀ ғᴜɴᴄɪᴏɴᴀʀ ᴇʟ ᴄᴏsᴍᴏs
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